Como hace tres años, la capital española volvió a enloquecer en la noche del pasado sábado con el cantautor Ed Sheeran, número uno mundial y referente de una generación de jóvenes gracias a su mezcla de folk, pop, soul y hip hop, inofensiva para el discurrir de los tiempos pero tremendamente efectiva.
En una velada mayoritariamente romántica hasta rozar el exceso de almíbar por momentos, el británico ha vuelto a mostrarse más que solvente en un directo a solas frente al público que abarrotaba el WiZink Center (antiguo Palacio de los Deportes), sobre todo femenino, pero con mayor presencia masculina que en 2014.
Ahí afuera, mientras, los críticos intentan entender todavía por qué este joven de 26 años aparentemente anodino en su físico y en sus hallazgos compositivos se ha convertido en dueño de las listas otra vez con ÷ (Divide), el disco que presenta en esta gira y que el día de su publicación pulverizó el récord de reproducciones, 56,7 millones en una sola jornada.
Quizás como le han objetado desde medios como The Guardian, parte del éxito radica en abundar en los lugares comunes más provechosos, también en los musicales, y evitar las zonas de conflicto. «Mi padre me aconsejó que no hablara nunca ni de religión ni de política», confesaba este artista que aspira solo a «tocar música para entretener a la gente».
La fórmula funciona, también en España, donde las entradas para sus dos conciertos (este domingo toca en el Palau Sant Jordi de Barcelona) se agotaron en horas y donde sus seguidores madrileños llevaban acampados desde hace una semana frente a las puertas del recinto para conseguir el mejor lugar en una pista hasta los topes.
Muchos han sido los elementos de este concierto que han recordado su anterior visita, empezando por su cuajo para presentarse delante de 16.000 personas sin más compañía que una guitarra y un par de pedales para crear loops in situ, con el resto de la base musical pregrabada, y no echar de menos a una banda sobre el escenario.
Como en aquella cita previa, además, las nuevas canciones han sido mayoría, aproximadamente una decena en un set de 17 canciones y hora y media de duración en el que cada vez es mayor el número de hits, desde el seminal The A Team hasta el más reciente Shape of you, que ha sonado como gran colofón.
Un hecho material venía a atestiguar el gran salto cuantitativo que ha dado Sheeran en estos tres años en los que alcanzó su primer número en EE UU. como coautor de Love yourself de Justin Bieber: las cinco colosales pantallas verticales que a su espalda escalaban hasta el techo curvándose como una marquesina.
Hiperpuntual saltó al escenario a las 21.00 horas con uno de sus éxitos más recientes, Castle on the hill, entre tonos naranjas, como probable guiño al color de su pelo, y el estruendo del público del Palacio de los Deportes.
«Esto es realmente maravilloso«, ha dicho, antes de alabar la pasión de los asistentes, que él ha mantenido con su rapeo ágil al inicio de Eraser, en el que expone su gusto por Eminem este británico que en pleno concierto le pega sorbos a una taza ¿de té?
Entre imágenes de neones japoneses ha aflojado el ritmo con la delicada The A Team, que escribió con 18 años narrando la historia de una joven adicta a la que conoció en un hospicio, antes de abordar con el resuello al límite el popurrí formado por Don’t y New man.
«Esto es realmente maravilloso», dijo al salir al escenario, antes de alabar la pasión de los asistentes Sin más aditamento que sus golpes a las cuerdas, Sheeran ha invitado a sentir «intensamente» su tema Dive, tejido con los mismos aires de «revival» soul de Thinking out loud.
Después Bloodstream, compuesto tras una experiencia «química» en Ibiza, ha convertido la pista en un ejercicio marcial de brazos en alto disueltos en una gran explosión eléctrica final.
De la energía residual de ese, uno de los momentos más álgidos de la velada, se ha servido para avanzar en una zona valle más anodina en la que ha alternado cortes rápidos con otros más tranquilos, como Happier, la celta Galway girl y, esta vez con pianista, How Would You Feel (Paean), todas de ÷.
Como prólogo de I see fire, rescatada del álbum previo, x, se ha permitido versionar brevemente Human de Rag N Bone, pero luego no ha echado mano de «Barcelona», que fue noticia tras su lanzamiento por abusar en su letra de clichés desubicados como «mamasita rica» o «sí, te adoro señorita».
La sentimental Perfect ha dejado claro que es el mejor autorreferenciándose, concretamente el éxito Thinking out loud, «canción del año» para los Grammy de 2014 y también para los asistentes al concierto de este sábado.
Con la animada Sing ha vuelto la vitalidad al pabellón, que se ha caído cuando ha reaparecido para los bises con una camiseta de la selección española de fútbol y ha interpretado el dancehall Shape of you, justo antes del final con You Need Me, I Don’t Need You.