«Es verdad que no quería ir a Eurovisión, pero me ofende que digan que actué con desgana»

Fue una de las concursantes que más dio que hablar en Operación Triunfo 2018. También una de las favoritas del público, aunque se quedó a las puertas de la final. Medio año después, y rebautizada como María Escarmiento, la madrileña lanza su primer tema, Amargo amor, acompañado de un videoclip dirigido por su —famoso casi sin querer— novio Pablo Amores. Una canción con un sonido totalmente diferente a lo que acostumbra cualquier concursante de OT y que ha dividido a los fans.

¿Por qué María Escarmiento y no María Villar?
Me quería cambiar el nombre porque María Villar, mi nombre real, me parecía muy aburrido. Me mola, pero me parece aburrido.

¿De dónde viene?
Pensé en cosas que me habían llamado en la vida y mi familia me ha llamado siempre María Escarmiento, porque mi padre se metía con todos los niños y luego me tuvo a mí, por lo que le dijeron que yo era su escarmiento por meterse con ellos. Ya ves, una gilipollez [risas]. Me han escrito mis primos y todo riéndose porque ese es el mote que siempre me han puesto ellos.

¿Es una forma de desvincularse de Operación Triunfo?
Para nada. De hecho me quería poner María OT.

Acaba de lanzar Amargo Amor. ¿Qué espera de él?
[Pone cara de circunstancia] A ver cuando lo oigáis… Me he juntado con Merca Bae, que es un productor muy joven y colega mío. Él hace un sonido como muy loco. Le mola mucho el reggaeton, pero un reggaeton del futuro y un poco oscurillo. No es nada comercial, pero a mí me mola mucho. Es un poco raro, no sé qué os parecerá.

Hace muecas al hablar de la canción. ¿Se espera lo peor?
Yo creo que va a sorprender, pero no tengo ni idea. La gente, quizá, se espera algo más reguetonero al uso. Creo que no va a sonar en la radio, aunque espero que sí [risas].

En el videoclip ha trabajado Pablo, su novio. ¿Ha sido fácil?
Sí. Me flipa las cosas que hace y nos entendemos súper bien a nivel artístico. Para mí es muy cómodo porque, además, vivimos juntos, así que podemos currar a cualquier hora y, de hecho, lo hemos hecho desde casa. Ha sido un proceso súper agradable, la verdad.

¿No ha habido tensión?
Qué va, nos entendemos súper bien y si regañamos nos mandamos a la mierda y se nos olvida en cinco minutos [risas].

¿Cómo llevó él convertirse, de repente, en protagonista tras salir en una de las galas de OT?
Yo estaba más preocupada por él que él mismo. Le llamaron cosas horribles. ¡Hasta satánico! Yo estaba preocupada porque le afectara, pero él me dijo que no estaba siendo así. Me dijo que se estaban metiendo con él los que ya esperaba que lo hicieran, los que se fijaban solo en sus pintas o en sus tatuajes. Para nosotros que fuera a la gala fue una experiencia súper guay y, como a él no le rayó, pues a mí tampoco.

¿Se arrepiente de algo de su paso por OT?
No, qué va, de nada. El otro día, pensando, llegué a la conclusión de que, a lo mejor, hubiera escogido otra canción de nominación. No me arrepiento de nada, me lo pasé súper bien y fue una cosa súper positiva. Lo recuerdo con amor y cariño.

Pero fue conscicente de que era la rebelde…
¡No! Para nada. Cuando salí y me comentaban todas las polémicas que había tenido yo respondía: ‘¿cuáles?’. Claro, allí dentro hacíamos vida normal, y yo en mi vida normal soy así y nunca nadie me ha dicho que sea una chica polémica. Creo que dentro de la Academia había gente más polémica que yo, por eso me sorprendió mucho. Y por eso dentro no lo procesaba así. Yo estaba currando. Si había algo que me agobiara era afinar las notas, aprenderme las coreografías…

Tema ‘mariconez’ con la canción de Mecano. ¿Entiende la polémica que generó?
Fue muy loco. En realidad me parece muy positivo que se liara eso. Yo no lo hice con esa intención, pero si sirvió para poner el tema del lenguaje encima de la mesa me parece de puta madre. Hemos sido, en general, una generación muy reivindicativa y eso me ha parecido genial. Creo que no lo hacíamos conscientes, pero sí es verdad que nosotras somos así y cuando hablamos, lo hacemos así: hablábamos de género, de educación y de cosas que me parecen súper positivas. Me alegro de que haya tenido repercusión, la verdad.

¿Y la postura del programa de que al final no se cambiara la letra?
Sí, claro. Yo lo único que hice, y lo sigo haciendo, es expresar mi opinión. Pero presenté este tema como algo muy poco bélico, solo dije que no me sentía cómoda al decir la palabra ‘mariconez’. Pero si los autores dicen que no se cambia, pues no se cambia, y están en todo su derecho.

Hablaban también de feminismo.
Sí, somos súper feministas todas, y tuvimos un montón de conversaciones interesantes. Y seguimos teniendo.

¿Un feminismo al que va a seguir estando muy unida en su carrera?
Sí, por supuesto. Yo creo que ser una mujer que hace la música que quiere ya es feminista y revolucionario y me encantará hablar del tema y pegarme con quien me tenga que pegar.

Ha colaborado con Ms. Nina en el tema La Diabla. ¿Con quién más sueña hacerlo?
Nada más salir de la Academia, Nina y yo quedamos e hicimos la canción súper rápido. Me encanta ella, me flipa lo que hace y me hace muchísima ilusión que haya contado conmigo. Claro que me encantaría colaborar con un montón de peña, pero primero voy a sacar lo mío, a ver qué parece, a ver a quién le horroriza y a quién no y, a partir de ahí, iremos viendo.

Ahora con la perspectiva del tiempo, ¿cómo vivió la selección de Eurovisión, en la que era la favorita para representar a España?
Personalmente, me ofende mucho que la gente dijera, viendo mi actuación, que la hice con desgana. Yo puse el cien por cien en esa actuación y de verdad que la entrené y la ensayé. De verdad que me esforcé muchísimo porque yo quería hacerlo bien para, precisamente, que nadie me pudiera decir que lo había hecho mal aposta. Es verdad que yo prefería que fuera Miki. Pensaba, y te lo digo de corazón, que era mejor apuesta la suya que la mía. Me parecía más potente, que pegaba más, que la gente se lo iba a pasar mejor… Además, no me sentía muy preparada para ir. Yo no sé cómo lo ha hecho Miki, me quito el sombrero con él. Yo estaba ida, estaba muy insegura como para meterme en ese jardín. Era mucha responsabilidad, por eso prefería pasársela a él [risas].

TVE ya prepara una nueva edición de OT. ¿Corre el riesgo de quemar el formato?
A mí personalmente me apetece mucho. Como espectadora seguramente lo vea, pero quizá sea más efectivo dejarlo descansar un tiempo.

¿Iría?
Por supuesto. Me fliparía ir de nuevo a la Academia. Y al casting. Y a todo [risas].

¿Cree que la industria musical puede acoger tantos talentos nuevos cada año?
Yo creo que no se puede abarcar cada año miles de miles de artistas nuevos. Pero sale gente nueva en contextos que no es OT todo el rato y, al final, lo que a la peña le mola lo va a escuchar. Si curras, al final sales para adelante y si OT te da la oportunidad de comer de esto durante un tiempo me parece guay.

Además, ya no está tan denostada la etiqueta de triunfito.
Es cierto. Ahora se nos conoce realmente bien. Yo lo veo como que la gente me ha visto mucho desayunar, no creo que tenga nada negativo.

¿Cómo cree que le afectó la parte de reality que tiene OT?
No lo sé. Pero fue cuando salí cuando vi que sí es un reality. Ves a los fans, sus reacciones… Por eso entiendo que, por la cercanía, tiene mucha parte de reality. Pero dentro no te enteras. Es imposible pensar durante 24 horas que te están grabando. Desconectas. Si hay alguien que haya estado en OT y haya actuado, un trofeo para él.

¿Le ha cambiado mucho su vida desde que salió del concurso?
A mí no tanto. Sigo en mi casa de antes, con la gente de siempre… Yo también soy bastante más mayor que la mayoría. Si OT me hubiese pillado con 18 años ahora estaría loca perdida. Pero ahora me noto que estoy más contenta porque no tengo un trabajo que no me gusta. Antes trabajaba en un bar, y estaba contenta, pero ahora quiero mucho más. En ese sentido, me ha cambiado todo para bien. Estoy súper contenta.

¿Mantiene relación con los compañeros de OT?
Sí, nos llevamos genial. Nos vemos todo lo que podemos y por el grupo [de WhatsApp] hablamos todo el día. De verdad que nos queremos un montón.

¿Cómo es María Villar en la intimidad?
Igual que como me habéis visto en la televisión. Me habría gustado haberme guardado algo para mí, que no me guardé nada [risas].

¿Cómo se ve de aquí a unos años? ¿Se imagina fuera de la música?
Me querría ver teniendo una carrera musical todavía, que durara unos cuantos años. Pero sea lo que sea lo que venga yo estaré contenta. Estoy a punto de cumplir 28, si en un par de años me retiro y tengo un hijo y un perro seré feliz. Pero hoy por hoy espero que no, me gustaría estar girando.

¿Solo contempla el papel de intérprete o sopesa otras posibilidades dentro de la música?
Me gusta todo en realidad. Yo estudié música y querría volver a hacerlo. Me gusta mucho escribir… Todo lo relacionado con la música me mola. Antes de entrar a OT ya me estaba despidiendo de ser intérprete, pensaba que haría otra cosa… Así que hay mogollón de facetas que me encajan y que me encantaría explorar.

¿Y un reality u otro talent?
¿Sabes lo que me gustaría? Ser jurado o estar en un casting para descubrir nuevos talentos, aunque es complicadísimo y seguro que luego lo hago y digo ‘¡mierda, error!’.

¿Jurado? Cuidado. Recuerde la que le cayó a Ana Torroja en OT
Sí, es que eso fue… Pobrecilla.

María Escarmiento o María Villar (Madrid, 13 de octubre de 1991) fue la concursante más veterana de OT 2018, quedándose a las puertas de la final. Tras salir del programa ha lanzado La Diabla, junto a MS Nina, y Amargo Amor, en solitario.

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