El estilo de Paco Contreras, más conocido como Niño de Elche, es inclasificable: hay quien incluye su nombre en las filas del flamenco o quien lo relaciona con la electrónica. Tampoco es que Toundra ande muy lejos de ese sentimiento: su manera de hacer música también se aleja de las estructuras acostumbradas con un rock instrumental que ha calado en el panorama actual.
Cuando el cantante y el conjunto se conocieron, y a pesar de las diferencias, saltaron chispas. Decidieron aunar la voz del alicantino y las guitarras del conjunto en un proyecto llamado Exquirla, cóctel que se materializa en forma de elepé en Para quienes aún viven (Superball). La fecha de su lanzamiento, 17 de febrero, coincide con el primero de sus dos conciertos consecutivos en Madrid.
¿Cómo se unen los caminos de Toundra y Niño de Elche?
Paco Contreras (Niño de Elche): Nos conocimos en el festival Monkey Week, aunque habíamos tocado en días diferentes. Dimos una mesa redonda en la que nos invitaron a hablar de la industria y de nuestras carreras. Allí tuvimos algo de contacto personal y pudimos comprobar como pensábamos cada uno.
¿Y allí acordaron hacer algo juntos?
Esteban J. Girón (Toundra): Algo más tarde, con unas cervezas de más [risas]. En un bar, esa misma noche, yo se lo pedí. Paco [Niño de Elche] estaba cuidando su voz y yo estaba como siempre, de juerga. Me había encantado la conversación y me hizo llegar dos entradas para su concierto. Le dije que quería hacer algo con él, y tras muchos emails, Skype y llamadas, tras hablar con el resto de Toundra y que les pareciera de puta madre, pasaron los meses y ha resultado ser un disco.
La música es una cuestión de orfebrería¿No les daba miedo que sus estilos fuesen tan dispares?
E.: No, para nada. De hecho, nos atraía.
P.: La cuestión estética nunca fue una barrera. Nos unió lo positivo que podía ser, más que la forma. La música es mucho más variable que la concepción sobre ella: si una nota no pega, siempre pega otra. Es una cuestión de orfebrería, de opinar parecido.
E.: Es importante pensar en la creación. Hay muchos y muy respetables tipos, pero el nuestro, a pesar de nuestro estilo, es muy parecido. Entender la creación es más importante que nuestro género musical o nuestra carrera.
P.: También era importante que se verbalizaran algunas cuestiones políticas, y yo quería tocar con una banda.
¿Hay entonces necesidad de poner voz a esas cuestiones políticas, de reivindicar?
P.: Sí, aunque más que en la voz lo político reside en los textos que hemos trabajado. No es tanto nuestra unión o que se cante.
Son textos de Enrique Falcón, ¿por qué eligen a este autor?
P.: Es un gran amigo, y le he leído mucho. Me parece que es alguien que tiene mucho que decir en estos tiempos, incluso con libros escritos hace veinte años. Pensé que nos podían ir bien sus textos por una especie de intuición sonora. Vimos que funcionaban y dijimos «sí, son estos». Después empezamos a trabajar.
E.: Meternos juntos en el lugar de ensayo por primera vez fue muy emocionante. Tuvimos que cambiar de local, porque el nuestro no tenía mezcla de voz. Que Paco metiese texto fue increíble, me emociono al recordar la sensación. Pensé «dios, llevaba años queriendo esto».
Es la primera vez que Toundra trabaja con voz, ¿se lo habían planteado antes?
E.: Hay una grabación por ahí, en un siete pulgadas, en la que la voz aparece de lejos como otro instrumento. Como tal no, nunca nos lo habíamos planteado hasta conocerle a él, porque yo no había conocido a un cantante que entendiese mi modo de creación. Me gusta que sus raíces profundas no estén dentro de la música anglosajona, aunque tenga referencias.
En nuestras canciones manda el discurso, más que la estéticaTambién arriesgan en la longitud de las canciones. Muchas duran hasta diez minutos…
P.: Daba igual, porque nuestras miras no estaban en lo externo. Si eran necesarios diez minutos, los hacíamos. Mandaba el discurso, más que la estética de la canción.
E.: Otro ejemplo de eso es que solo hay dos estribillos en todo el disco. La creación musical va más allá, no tienes que fijarte en que haya una estrofa, un estribillo o un puente. No obedecíamos a la estética clásica, pero teníamos claro que queríamos hacer piezas musicales redondas.
P.: Sí, no queríamos un disco cien por cien conceptual, sino un punto medio.
Os alejáis de lo clásico pero agotáis entradas en directo, ¿eso sorprende?
P.: Esperábamos llenar, porque tanto Toundra como yo hemos llenado sitios con el doble o el triple de capacidad. Sorprendió la velocidad a la que llenamos, a pesar de que la gente no sepa qué va a haber.
¿Cómo creen que lo van a acoger sus seguidores?
E.: Es arriesgado y va a ser curioso. Creo que vamos a generar una audiencia propia, con gente común de ambos universos. Opinarán y podrán decir «no me gusta nada de lo que hace esta gente, son gilipollas» [risas]. Es algo arriesgado, porque te estás exponiendo. Pero no tenemos nada que perder y no puedes estar creando con vistas a la calle.
¿Continuarán con el proyecto o volverán a trabajar por separado?
E.: Ambas. Nos gusta el proyecto, pero queremos seguir con los grupos también por separado.
También lanzan el trabajo en Europa, ¿qué expectativas tienen?
E.: Diferentes. Con nuestro grupo apostamos con el mismo sello, pero fue una apuesta muy grande. En esta ocasión queremos hacerlo de forma más específica, hacia otro público. Creo que llegaremos a gente, pero no de forma masiva. Hay menos personas a las que podemos embaucar, pero estoy seguro de que llegaremos a más de uno.