Los Enemigos publican ‘Bestieza’, terapia salvaje para la sed de guitarras

Hacían falta guitarras. «Estamos encantadísimos». Se ponen el traje para la entrevista, una vez más han dejado de ser «Clark Kent». Josele Santiago, Fino Oyonarte, Chema ‘Animal’ Pérez y el fichaje reciente David Krahe han publicado Bestieza (Alkilo Discos / Altafonte), el último disco de Los Enemigos, la banda con letras, esas letras y acordes que, cada vez más, quieren y van «al grano». «Ebrias de dignidad las venas de mi honor revientan…». Así.

«Al rock and roll le pasa como a la novela, que nos la matan cada x años –dice Santiago–, y luego no sé quién saca un discazo y…«. Cree que la guitarra eléctrica goza de mala fama entre «los chavales» de ahora, pero recuerda que no es la primera vez. «Esto es muy cíclico», apunta Oyonarte. Los dos han vivido lo suyo encima de un escenario y mantienen sus carreras personales –todos, de hecho, tienen proyectos– en paralelo al grupo, que en realidad nunca se ha ido.

Los Enemigos nacieron hace más de 30 años y arrastran una legión de fieles, «gente muy amigable», allá por donde tocan; algunos incluso «han tenido descendencia». De 2002 a 2012 hicieron un parón y desde entonces siempre están ahí. «Esto es como nuestro primer frente de batalla y es donde estamos siempre al 100%», asegura Pérez. Y hay algo que da fe de ello de forma irrefutable, salta Santiago: «La carretera». El 20 de marzo comienzan nueva gira en Santiago de Compostela.

Aun así queda esa impresión de que son como el Guadiana. «El hecho de no sacar algo nuevo cada seis meses [no lo hacen desde 2014] te da la sensación de que un grupo lo ha dejado o ha parado. Y no es así», comenta Krahe. Reflexionan sobre la música de usar y tirar, la saturación y la descompensación que, según Oyonarte, se produce entre los festivales y las salas. «No nos preocupa, nos hemos curtido en directo», asegura. Van a su ritmo, sin esclavitudes ni «funcionariados».

los enemigos

  • Banda de rock and roll. Madrid. 

Lanzaron su primer disco, ‘Ferpectamente’, en 1986. Entre 2002 y 2012 pararon y ahí fue cuando Josele Santiago inició una carrera paralela en solitario. Fino Oyonarte también tiene la suya. Chema Pérez ha tocado con varias bandas y David Krahe es miembro de Los Coronas. El título de ‘Bestieza’, su nuevo álbum (autoeditado), viene del catalán (‘bestiesa’). Se le ocurrió a Santiago: «Es una salvajada, una burrada, una barbaridad».

El álbum es potente, pura energía, y comienza con un tema, Siete mil canciones, que se gestó hace dos décadas, aunque «es de hoy mismo y puede serlo durante los próximos 15 años», cree Pérez. «Yo también tardé 40 años en hacer la que abre mi álbum», dice Oyonarte entre risas. Y entonces, los amigos charlan sobre la profesión y especulan con un futuro en el que imaginan «conciertos por Skype» a demanda. Nada que ver con aquellos 80 que eran «muy como de sentar cátedra».

En esa época había límites, prejuicios, eras de un bando o de otro. «Hay gente que se dejaba de hablar» por sus gustos musicales, recuerda Santiago. «Eso no hace más que cerrarte puertas, es una gilipollez», añade, y admite que ahora está redescubriendo a grupos que en su día denostó, como The Cure o Joy Division. Para Krahe, la sorpresa ha venido con Echo & the Bunnymen. «¿Pero esto lo hemos hablado tú yo? –interrumpe Santiago– porque yo también los tengo aquí…».

La discusión llega a Pink Floyd: «Con Syd Barrett hay cierta unanimidad, pero la época posterior es un pecado mortal». El disco de Los Enemigos bebe de aquellas fechas y guitarras. De los Stooges, los Buzzcocks y los Undertones, dice la nota de promoción. ¿Y los Beatles? Porque ahí está Océano. «En el local de ensayo sonaba muchísimo a Kinks», dice Santiago; «La has pillado muy claramente –sigue Krahe– está muy alejada de cómo la tocábamos al principio».

Chema Pérez, David Krahe, Josele Santiago y Fino Oyonarte.
Chema Pérez, David Krahe, Josele Santiago y Fino Oyonarte.
JORGE PARÍS

«…no hay magia en la verdad en la que andas enredado», reza el tema en cuestión, el más breve de todos. El álbum toca conceptos como el amor y la maldad, quizá la agonía del tiempo. «No hay una interpretación correcta, no es un jeroglífico», explica Santiago, «lo que sí hay es muchos puntos de vista». Y más cosas, como un guiño a López Vázquez y su eterno «un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo», de Atraco a las tres, «un momento glorioso». Los cuatro recrean la escena.

La conversación termina con una referencia a Malasaña, el barrio madrileño que Los Enemigos pudieron perfectamente haber fundado. Esa idea les divierte. «Era una referencia musical, también a nivel mundial», recuerda Oyonarte; «Podías entrar en un garito que te ponía a Chuck Berry y después a Los Ramones», dice Josele. Fue un refugio antisectario. Hoy el paisaje es otro pero, con moderneo y todo, conserva su escena, su movimiento. «Algo tiene».

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