Es el hombre adverbio, que busca el énfasis en las respuestas, que lleva un eterno chaleco y tiene sueños mortales. A la carrera en solitario de Coque Malla se acaba de sumar ¿Revolución? (Warner). Daft Punk mediante.
Del 1 al 10, ¿cuántas ganas tenía de bailar cuándo empezó a preparar el disco? Diez. Aunque no son nuevas, toda la vida he adorado la música de baile, la música funk y soul. Estaba en el ADN de Los Ronaldos, usábamos muchísimo ese tipo de recursos y riffs; Sabor salado era un disco fundamentalmente bailable. En solitario me puse un poco más dramático y tremendo y lo dejé un poco de lado. Un lazo rojo, un agujero, Extraterrestre y alguna canción más del disco son ya una inmersión absolutamente canónica en el funk de los 70. Hemos hecho un ejercicio de nostalgia.
Cita a Radiohead y Daft Punk. También suena a Beatles, Supertramp, Barry White... Cuando terminé El último hombre en la tierra descubrí a Daft Punk. Sabía quiénes eran, pero nunca me había parado a escucharlos. A través de un documental maravilloso sobre su rarísima y enigmática historia descubrí, sobre todo, Random Access Memories, un disco que para mí es una obra maestra y del que vienen sus superhits, como Lose Yourself to Dance y Get Lucky, cantados por Pharrell Williams. Quedé loco con el disco, no paraba de escucharlo y me dije que mi siguiente disco iba a ir por ahí.
¿Todo el disco? Mi primera idea era esa, pero luego aparecen las canciones, las historias, las inquietudes y eso te lleva obligatoriamente a otro sitio. Aparecen canciones que no tienen nada que ver, como ¿Revolución? o América, con una sonoridad en la que yo estaba muy inmerso últimamente. Al final, hacemos lo que escuchamos y yo soy inevitablemente ecléctico, a veces demasiado. Intento luchar contra eso y hacer algo que tenga un poco más de coherencia, pero es lo que me sale. Muchos de mis discos favoritos son eclécticos, por ejemplo, Sgt. Pepper’s de los Beatles, que han estado ahí desde que tengo uso de razón.
En sus letras habla de libertad, de sueños, pero con la sensación de que se pueden alcanzar. Me gusta esa idea, es bonita. Por qué no, todos los sueños son asequibles. Además, América habla de sueños que, una vez los logras, se desvanecen entre los dedos. Habla de la idea de cómo idealizamos lo que deseamos cuando no lo tenemos y cómo se desvanece cuando lo conseguimos, ya sea una chica o un chico que nos gusta, un país al que queremos ir a vivir, un trabajo, etc. Resulta que no somos tan felices. Entonces empezamos con otro deseo, por eso la canción es tan circular. Es el ciclo de la vida. O sea, que le he hecho una canción al ciclo de la vida, así de ambicioso soy.
Usted y Elton John. Sí, sí…
Dice que en solitario se puso tremendo, pero este trabajo es más optimista. Bueno, hay cierto drama. Por ejemplo, en ¿Revolución?, la canción que abre. Solo queda música parece bailable y alegre, pero si rascas un poco… Hay amargura en algunas letras. Muy ligerito no soy, cosa que a mí también me carga a veces. Me apetece hacer algo sin tantas capas emocionales.
Hablemos de los coros en sus temas. Cuentan parte de la historia, como en el filme ‘Poderosa Afrodita’. ¿Es así? Absolutamente. Me ha flipado que pongas ese ejemplo, porque muchas veces cuando les explico a los músicos cuál es el papel de ese coro, cuando lo van a grabar o lo ponemos en directo, les hablo del coro griego o de las brujas de Macbeth, que replican al protagonista y cuentan la historia. Los hombres grises tienen traje nuevo, Pétalos sonrisas y desastres… hay muchas canciones en las que los coros cumplen esa función.
«La palabra revolución está un poco de moda, aunque creo que es una revolución bastante formal, de forma y no de fondo»
¿Cuántas veces hay que intentar hacer la revolución para que cambien las cosas? No lo sé. No sé si es cuantificable. Supongo que hay que tener espíritu revolucionario, pero lo tenemos que tener muchos. La palabra revolución está un poco de moda, aunque creo que es una revolución bastante formal, de forma y no de fondo. Soy bastante pesimista en ese sentido.
Algo se vio en 2011, con el 15M. Fue el inicio de algo, pero ocho años después no parece que realmente hayan cambiado las cosas. Yo fui imbécil y no fui a ninguna de aquellas asambleas, me da muchísima rabia. Gente que lo veía, con mucho sentido crítico y escéptica, decía ‘hostia, la gente está en la calle, hablando’. Era una cosa nueva.
Esta entrevista va a publicarse en campaña electoral, ¿alguna promesa que no cumplirá? Que la hagan ellos mejor.
coque malla
- Músico. Exlíder de Los Robaldos. 1969. Madrid.
Es hijo de los actores Gerardo Malla y Amparo Valle. En 1999 publicó su primer disco en solitario, ‘Soy un astronauta más’. El año pasado ganó un Goya por el tema central de ‘Campeones’. También es actor.
¿Es posible evadirse del ruido y las críticas, como plantea en ‘Extraterrestre’? Es muy complicado, yo no soy capaz. Si dijese que me importan un carajo las críticas sería una pose; sí que afectan, claro que duelen. Y en las redes sociales las tienes ahí. Cuando no había era solo rumor que te llegaba; ahora lo lees. Suelo reprochar a la gente en las redes la falta de sentido del humor y de una visión irónica de todo, aunque también tengo que parar y decirme: ‘Si estás reprochando esto a los demás no te tomes tan en serio determinadas cosas’. Voy aprendiendo. Ahora, muchas veces, cuando me dicen burradas me parto el culo, algunas son ingeniosas.
Hábleme de Los cerdos, ese grupo que nunca llegó a serlo. Fue una cerilla que se apagó. Me sentía un poco cansado del ciclo que en el que había estado metido toda la vida: componer, grabar, promoción y gira. Cansado de que no se entendieran ciertas cosas que hacía. Y empecé a fantasear con la idea de cambiar totalmente. Les propuse a los músicos que tocaban conmigo, Gabriel Marijuán y Mac Hernández, hacer un grupo. Les dije: ‘Vamos a tocar a garitos, a empezar de cero como si fuéramos unos chavales de 15 años’. Me pareció una idea muy romántica, pero difícil de llevar a la práctica. Incorporamos a Charlie Bautista e hicimos cuatro o cinco ensayos muy productivos: de ahí salieron Cachorro de león, qué luego grabé en El último hombre en la tierra, Me dejó marchar, que grabé con Iván Ferreiro…
¿En qué año fue? Justo antes de grabar Mujeres (2012). Hicimos el intento, pero vimos que todos teníamos nuestros proyectos, que era un poco inviable y que estábamos mayores. Mujeres fue un éxito, Los cerdos se quedaron atrás y yo seguí adelante con el ciclo de la marmota.
¿Qué canción define mejor el concepto del amor? Hay tantas… Varias de The Divine Comedy. Y si no, Something. Decía Frank Sinatra que era una de las más románticas de la historia y no menciona la palabra amor. Es una descripción muy bonita.
Ha cumplido 50. ¿Le molesta que le llamen señor? He estado toda la vida casi más al revés: me jodía que me viesen cara de niño. Me ha molestado durante tanto tiempo que si ahora me lo llaman, digo: ‘Claro, si lo soy’.
¿Qué tal lo de rapear? Muy divertido. Ha sido posible gracias a Kase (Kase. O, de Violadores del Verso), porque si no lo hubiera tenido de coach... Le ofrecí un rap para que lo hiciese él y entonces me dijo que hiciéramos un diálogo. Puedes hacer como Resines en los Goya, pero eso no es rap. Que realmente sea percutivo, tenga flow y el mensaje llegue es complicado. Y Kase, que debe ser un enfermo perfeccionista, estuvo todo el día en el estudio para grabar. Fue increíble, el tío se entregó a tope.
‘Polvo cósmico’ es la canción más especial del disco. Creo que es la primera compuesta con conciencia de que fuera para el nuevo disco. Empezó con la parte instrumental, que es una frase musical larguísima grabada con una orquesta sinfónica y con una armonía compleja. De repente, me salió eso y dije: ‘Qué hago con esto porque, salvando las distancias, es música clásica. Si soy un músico de rock…’. Luego, tirando de bocetos, descubrí otro que llevaba el mismo ritmo y lo uní todo. Hice un Frankenstein y funcionó.
«Jaime Urrutia es el tío que ha escrito algunas de las canciones más románticas»
Y ha contado con Jaime urrutia. Como en muchísimas ocasiones en mis discos, me surgió la idea de que hubiese un recitado; estuvimos barajando nombres y a Toni Brunet se le ocurrió Jaime Urrutia. Me pareció perfecto, porque es el tío que ha escrito algunas de las canciones más románticas de la historia y esta lo es. Habla de abandonar la materia, de llegar a un nivel de fusión y de amor con la otra persona que hace que nos convirtamos en polvo cósmico. Es un viaje: primero nos alejamos de la gente, luego nos vamos al campo y después al espacio, hasta que desaparecemos.
Como en ‘Years and Years’. La he visto, sí. Va un poco de eso.
¿Le tienta hacer una banda sonora entera? Hice una, la de Todo es mentira. Y fue tremendo, muy duro. Es muy complejo técnicamente hablando, porque tú compones una cosa que te gusta, la tienes que encajar en una escena y no te vale. Y entonces la tienes o que desechar o que amputar; todo ese proceso es superfarragoso. La de compositor de bandas sonoras es una profesión, cualquier músico no puede componer bandas sonoras, de la misma manera que cualquier compositor de bandas no sonoras puede hacer un disco de canciones. Pero es una profesión y no es la mía.