David Bisbal, quien hace apenas un mes se convertía en padre por segunda vez, ha alcanzado esta semana la cifra redonda de 40 años de edad, madurez vital, física y musical que ha conmemorado con un gran concierto en el Teatro Real de Madrid.
Rondando ya las dos décadas de su salida de la primera edición de Operación Triunfo y del inicio de su carrera, el almeriense se ha convertido en estos años en la figura de mayor éxito internacional de las surgidas de ese concurso de talentos.
Mucho ha llovido ya desde sus comienzos. David Bisbal actuaba por diferentes lugares de España con la orquesta Expresiones, donde consiguió crecer como cantante y donde logró formar lazos más allá de los profesionales.
«En la orquesta Expresiones lo aprendí todo acerca de la música, exploré escenarios, descubrí el desarrollo de mi voz y conocí a unas personas que se convirtieron en grandes compañeros y en mi propia familia. Su esposa María del Mar fue la que me animó a que hiciera la prueba en la Orquesta Expresiones cuando tenía 18 años y desde aquél momento, Pepe me cuidó como como a un hijo más junto a María del Mar y Alejandro. ‘El niño’ me llamaban», escribía el propio Bisbal al recordar al fallecido José López Estrada ‘Pepe’, a quien David quiso como a un padre.
En esa orquesta también compartió escenarios con Raquel Segovia, la que fue su novia hasta que conoció a Chenoa. Precisamente uno de los episodios más duros de Bisbal al salir de OT.
En su autobiografía contó el episodio de su ruptura y cómo aquello también le llegó a influir con Chenoa. «Raquel y yo dormimos juntos aquellas dos noches de apartamento, pero ella ya notó que yo estaba diferente. (…) Imagino que se temía lo peor. Pero, cobarde de mí, no me atreví a decirle nada, ni mucho menos a cortar ya nuestra marchita relación. No me sentí capaz (…) Cuando volví a Barcelona y conté a Chenoa lo que había pasado, no le sentó muy bien, ya que ella sí que cumplió con el trato al que habíamos llegado. Mi relación con Chenoa se enfrió durante unos días y yo lo pasé realmente mal».
Su carrera hasta la cima
Desde su debut discográfico, Corazón latino (2002), Bisbal se convirtió en el ojito derecho de la industria, no en vano aquel trabajo vino avalado por el productor internacional Kike Santander e incluía éxitos de pop latino contagiosos como Ave María, Lloraré las penas o la canción que le daba título y con la que estuvo a punto de representar a España en Eurovisión 2001.
Además de depararle sendas nominaciones a los Grammy Latinos como «mejor nuevo artista» y «mejor álbum de pop vocal masculino», se convirtió en su mayor éxito en ventas, tras despachar más de dos millones en todo el mundo, más de la mitad en España, lo que le valió la ya rarísima distinción de «disco de diamante».
Ante aquellos logros, la continuidad se convirtió casi en norma para su siguiente trabajo, Bulería (2004), que repetía equipo y pautas estilísticas respecto a su predecesor. El resultado fue otro millón de copias vendidas en España (300.000 más en Latinoamérica) y un repertorio que seguía ampliándose con cortes vitamínicos como el tema titular, Oye el boom o Camina y ven.
Convertido en el nuevo «rey de la pachanga», Premonición (2006) fue el primer trabajo en el que dio indicios de tomar las riendas de su carrera, con más cortes firmados en parte por el artista y cortes como Silencio, en el que de la mano del productor Sebastian Krys variaba ligeramente su estilo para volverlo más sofisticado.
Curiosamente, en ese trabajo también tuvo el acierto de incluir como autores por primera vez al dúo musical de reguetón Wisin & Yandel, dando entrada en sus esquemas a un estilo entonces poco cribado por los artistas comerciales, pero que terminaría por romper las listas de ventas una década después.
Bisbal, que probó suerte en esos años a la conquista del mercado anglosajón, fue el escogido para grabar la nueva versión a dúo y en español de Hate That I Love You junto a la mismísima Rihanna.
Sus mayores ambiciones musicales seguían manifestándose en trabajos posteriores. Así, Sin mirar atrás (2009) fue grabado junto a siete productores (ya sin Santander) y hasta en 8 ciudades del mundo. Además, incluía a la Orquesta Sinfónica de Bratislava y baladas como Mi princesa empezaban a tomar un papel protagonista en su carrera.
Tras pasear por recintos como el Royal Albert Hall de Londres y lanzar un disco en directo fruto de su primera actuación en el Teatro Real de Madrid, Bisbal publicó Tú y yo (2014).
El intérprete, que había sido padre por primera vez en 2010, se había tomado esta vez cinco años para dar cabida a un «sonido más apegado a la actualidad universal, a lo que se escucha en las radios internacionales», con el amor como «leit motiv».
Asimismo, motivado quizás por el tono suave de la gira acústica que le llevó hasta EE UU, su forma de cantar se había vuelto «más sutil», dejando a un lado las tesituras más extremas a las que tenía acostumbrado a su público.
Afianzando cada vez más su perfil musical, Bisbal fue dejando atrás los momentos más mediáticos de su carrera por las razones equivocadas, como los tuits en los que se convertía en centro de bromas y críticas en las redes o sus separaciones sentimentales, especialmente la de su excompañera de OT Chenoa.
En la búsqueda de un toque más actual, en su sexto y último disco de estudio hasta la fecha, Hijos del mar (2016), se acercó a lo que él dio en llamar «pop electrónico», con los sintetizadores tomando la delantera a las guitarras en cortes como Antes que no.
De carácter «muy autobiográfico», de sus sesiones de preparación surgió una canción, Todo es posible, que llevaron al artista a abrir su corazón para confesar cuál pudo ser el secreto de su éxito.
«No hay que frustrarse cuando uno se tropieza. Yo he tenido mucho traspiés. El que no ha fracasado es porque nunca se ha propuesto un gran reto en su vida y creo que es importante esa certeza de que caerás muchas veces, pero también de que no te irás de este mundo sin haberlo intentado», señalo.