El pop elevado de Florence and the Machine exorciza fantasmas ante 10.000 personas en Barcelona

La banda británica Florence and the Machine, liderada por la cantante Florence Welch, en el Palau Sant Jordi de Barcelona.
Alejandro García / EFE

Entre ninfa y sacerdotisa, con un vestido de gasa blanca y la melena al viento, Florence Welch, el alma de Florence and The Machine, exorcizó sus fantasmas, y los de las otras 10.000 almas presentes este miércoles en el Palau Sant Jordi de Barcelona, con su pop espiritual y elevado.

Como una diosa nórdica venida a los escenarios españoles para compartir su «energía femenina», la cantante londinense ha utilizado su portentosa voz para «conectar con la empatía, el amor y la compasión», tal como dijo durante el concierto.

Ocho músicos ayudaron a llevar el mensaje de Florence hasta el corazón de los presentes, que siguieron hipnotizados los movimientos sinuosos de la intérprete sobre el escenario y las inflexiones de su voz.

El concierto empezó con dos temas de su nuevo álbum High as Hope, en el que habla de anorexia, suicidio y desamor con más valentía de la que cabría esperar de su aspecto delicado y vulnerable.

Tras June y Hunger, empezaron a alternar canciones de sus tres discos anteriores, siempre buscando la luz y ahuyentando demonios.

«Expulsad la masculinidad tóxica»

«Hola Barcelona, bailad conmigo», saludó, antes de empezar a dar vueltas sobre si misma como un espíritu poseído y a dar saltos cual duende de los bosques a punto de emprender el vuelo.

«Expulsad la masculinidad tóxica», añadió, mientras anunciaba Patricia, dedicada a su idolatrada Patti Smith; y seguro que fue expulsada, aunque fuese solo durante las casi dos horas de concierto, porque las palabras de Florence son órdenes para sus seguidores, que conocen el poder de esta mujer compleja que hermana fragilidad con entereza.

Un poder que demostró durante la interpretación de Dog Days Are Over, cuando pidió al público que se abrazara, se besara y se dijera «te quiero», aunque no se conocieran, y los espectadores se fundieron en un abrazo.

En esta canción les suplicó que guardasen los móviles, y así lo hicieron, de la misma manera que los sacaron todos a la vez cuando pidió que utilizaran la linterna de sus aparatos para iluminar Cosmic Love.

Concierto intenso

La fuerza interior de Florence fue creciendo según avanzaba el concierto y perdió ligereza para adquirir más solidez en temas como Moderation, en el que sacó su alma negra, o en What Kind of Man, donde dio rienda suelta a su faceta más roquera.

Este tema cerró un concierto intenso, enmarcado en un escenario elegante, con telas colgando del techo y tarimas de madera con tonos ocres, muy terrenales, quizás porque Florence quiere tocar tierra, a pesar de su tendencia levitar, y en este disco habla de cosas tremendamente reales, como South London Forever, dedicada a su infancia y adolescencia en el sur de Londres, o Hunger, sobre sus dolores más hondos de aquella misma época.

Las mujeres están muy presentes en el disco, en el que, además de a Patti Smith, rinde homenaje a su hermana y menciona otras muchas mujeres importantes para ella.

«Noto una fuerte energía femenina aquí, entre nosotros», aseguró, mirando tanto a mujeres como hombres; una energía dulce a ratos, rabiosa en otros momentos y valiente siempre, como cuando se dio un baño de masas catártico mientras cantaba Delilah.

El concierto culminó en los bises con Shake It Out, su canción más conocida, y todo el público cantando feliz y liberado de sus fantasmas.

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